En ocasión de mi cumpleaños, hace cinco años, mi
hermana me regaló un disco de Nick Drake. Lo conocía –muy poco-, pues un amigo
fanático de Yo La Tengo había
completado los minutos de los cd’s piratas con una o dos de sus canciones.
“Five Leaves Left” forma parte de una carrera
lenta librada contra el relevo impreciso de las estaciones. Mientras escuchaba las
canciones del disco (el regalo incluía dos púas, presumo que robadas en el
Cotolengo Don Oreone) y aprendía las letras con inimitable dicción inglesa, iba
contándome la historia… Cada disco de Nick Drake se correspondía con una
estación. La rueda de Virgilio y los motivos convocados en su nombre aportaban
una explicación apenas lógica para el disco faltante, el cuarto: el definitivo,
que Nick nunca se molestó en grabar. Entonces, yo no sabía leer música. Apelaba,
con una inocencia que hoy añoro, a frases cargadas de coloraturas, ambientes, climas.
El tiempo deja su huella en una mente perturbada.
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