Cuando ibamos por el segundo sandwich, los redondeles del mantel empezaron a llenarse de lauchitas. Grises, verdes y naranjas. Se lanzaban de los árboles haciéndonos cosquillas en la espalda. Marcos dice que él no tiene costillas, que es el hombre sin cosquillas y que va a hacer un blog contando todas las veces que cuando el resto siente cosquillas, él se rie. Pero si te reís, entonces tenés cosquillas, le dijimos. Pero él dice que si se rie es justamente para que nadie se de cuenta de que no tiene. Elsa dice que no le importa si Marcos no tiene cosquillas pero por las dudas le pide que la deje tocarle el cuello. Marcos se niega y Elsa se pone a juntar las lauchitas en la canasta de los sandwiches.

1 comentario:

Anónimo dijo...

una nueva visita y compruebo que este es un lugar de agrado. tan agradable como si, un día caminando por La Plata, me encontrara un chocorramo.