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En el capítulo VI se escenifica el procedimiento por el cual todo el libro ha comenzado a expandirse, mediante un cambio de sentido en las fuerzas que preparan la evasión. Ciertamente alarmado, el aviador se interrogará: “¿Sabes?... Cuando uno está tan triste son agradables las puestas de sol. -¿El día de las cuarenta y tres veces estabas entonces tan triste?” Qué relevancia puede tener un número como no sea su función metafórica para contar la tristeza. Pues bien, cuando el Principito quiere ver una puesta de sol no hace más que orientar su sillita en dirección al poniente. Como el asteroide B 612 es muy pequeño, cada rotación insume en completarse muy poco tiempo. En relación con los otros planetas, su asteroide parece tener una velocidad de rotación mayor. La tarde que el Principio sintió una tristeza sideral, giró su sillita unos cuantos grados cada vez hasta contar 43 atardeceres. En el suelo, las cuatro patas de la sillita fueron dibujando una vuelta completa del ciclo calendárico solar. En el cielo, su mirada trazó una vuelta completa sobre el eje del horizonte. En verdad, su planeta parece girar muy rápido. El Principito vio 43 atardeceres y el aviador Saint-Exupéry tenía entonces 43 años.
En una vuelta de calendario, el ciclo solar dibujó un horizonte de 360 grados desplegando un panorama. El niño vio extenderse ante su mirada, que es diferente de la visión en altura del aviador, toda su tristeza en el cielo y, en su declinación junto al sol, descubrió cuán pequeñas parecen las cosas en la inmensidad del cosmos. Enseguida el aviador, presintiendo que el cordero tiene mucho que ver en todo esto, inicia el capítulo VII diciendo: “el secreto de la vida del principito me fue revelado”. Frase sin duda encantadora, a veces tan extraña como inquietante pero de la que nada diremos para evitar volvernos serios

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