la fuerza del amor

Junto a la ventanilla del asiento trasero del colectivo, voy sentado en la segunda butaca y espío a un señor que escribe a las ocho menos cuarto de la mañana un mensajito. "te quiero con", el colectivo da un giro brusco que lo obliga a sujetar el celular para acomodar su caja de herramientas negra que tiene, como el bolsillo de su camisa celeste, manchas de enduido. A continuación, inclina la cabeza cruzándose de brazos y queda un instante pensativo. "con todas mis fuerzas", leo el remate del mensaje sobre el vello de sus brazos fortachones. 

En el acto, recuerdo una canción de Los Iracundos. Deberé buscarla al regresar a casa. Doy con el cd mientras cebo los primeros mates de la tarde. Recorro las pistas y es como si el ungüento para pelvis empezara a recorrer mi cuerpo. La canción seis es "Mi mente en tí" y un verso me confirma "Yo trabajo muy fuerte, va mi mente en ti".

Me propongo usar la última luz del día de lluvia para ordenar un poco la casa. Tengo pila de ropa para planchar. Como empleé el vaporizador para matar la mosca blanca en las plantas de ajíes del balcón, saco en una taza un poquito de agua tibia del termo y voy salpicando con los dedos los cuellos de las camisas. Busco un alargue para hacer más llevadera la tarea ya que el cable de la plancha entorpece un poco el efecto pélvico.

Juego agitando la zapatilla en el aire y cuando estoy por desconectar la radio, me quedo helado al escuchar Me vas a dejar. En esa canción suena una tacuara cortando el aire a gran velocidad.

Tuve la misma impresión hace algunos años en el Castillo Vagabundo pero entonces asumí que se trataba de un efecto producido por la mala sonorización del bar ayudado por la infructuosa bizarría que esa noche nos había hecho preferir las mesas más alejadas de la barra, sobre una de las veredas laterales del local. Ahora sé que no, que lo que se escucha es una cuerda erguida descargándose como una serpiente. Voy a consultar porque seguro se trata de un efecto de guitarra pero...