Una persona a quien su cuerpo embaraza, esa es la imagen que el ñoño nos sugiere. En un cierto sentido, es exactamente eso, o algo muy parecido, lo que, comunmente, vuelve su timidez un poquito ridícula. El ñoño adora los bolsos, vive perdiendo su mirada en ellos, camina en zig-zag revisando el contrapeso en sus bolsillos, es probable que no lo sepa: allí busca encontrar y fundirse con vaya uno a saber qué objetos. Nos da la impresión que la timidez expresa el cuerpo avergonzado del ñoño. Paradoja aparente: sólo en la timidez encuentra el ñoño el modo exacto para expresarse. Mientras camina recolectando hábilmente cualquier bobada que ve tirada por ahí, mira dónde le sea posible despojarse de su cuerpo, ese lastre.
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