Rom-rom-mi-mi-na-na
Qué loco, ¿no? Porque desde chiquitita había estado corriendo, queriendo estar siempre al borde de la muerte, y después, cuando páymá lograron convencer a los auspiciantes de que podía andar porque parecía que se había recuperado; entonces, como estaba muy flaca le mandaron "como ochenta" (así cuentan los ñoños) cirugías, y la madre cada vez más joven, y hasta parecía más linda y más exitosa y más grossa que la hija, que empobrecida y en constante proceso de disminución desde que nació (por eso las tetas no dejaban de crecerle) "agarro y se murió". Pobre Ángel. Llevó hasta el extremo de volverlo su propia vida el síntoma que la madre y sus inmundicias instalan a fuego en la testa de los borregos, se subió a millones de 4x4 con nenes de 16 al volante (dónde se ha visto, ni en las peores novelas de narcos, por favor, con que sueños de ruido blanco nos contaminan estos ricos...) pero ya ni pudo hacer nada con todo eso, y el síntoma la envolvió, le llenó el corazón de agujeritos y sin que haya podido transformarlo ni estabilizarlo en un estado equilibrado, agarró y se murió. Y nosotros, obvio, que todo nos llega y nos importa un montonazo...
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