Mis facultades mentales para nada me habilitan a interpretar las zonas oscuras de las disposiciones legales. Desde funcionarios públicos (Juan Estranoy) hasta directores de primera línea (Giuseppe Fatigatti), las regulaciones a favor de la desmanicomialización fueron saludadas con aplausos.
Hace algunos años, cuando agradeció la estatuilla, Diego Capusotto quiso homenajear a sus amigos lunáticos (Alfred Ocaser y Fabiola Alverti) alejados desde hace algún tiempo de la pantalla de tv: "los internos del Borda, que van a correr a escobazos a los enfermeros y van a poner un Centro Cultural". Pasada de porquerías, la grasada del jet set no supo, entonces, captar el alcance de aquel grito de guerra.
No es el afán de querer conectar cualquier cosa con cualquier cosa lo que me moviliza. "Es lo contrario de una casualidad" que, mientras el discurrir político se transmite por canal siete (678 es una Ouija), los impresentables del empresariado de calle Corrientes olisqueen la senda de Irma Roy viendo cómo salir del corralito para engrosar sus bolsillos con la reventa de butacas.
Interpretando la historia durante la época del invierno previo al florecimiento del Inconciente con sus nombres propios, nuestros abuelos cuentan la leyenda de una banda de piratas curiosos que se aventuraron en aguas desconocidas. Buscaban saber qué hacía un campesino con sus sueños, sospechaban que los atesoraba en una latita junto a los frijoles con forma de angel. Otros, tras naufragar en una mar de trigo, regresaron con la noticia de topos gigantes que aguardan los solsticios para descender a la Tierra.
Fuertes vientos azotaron la expedición. Gran parte del material continúa/(aún) perdido. Se cree que una de las conclusiones a las que se arribó contenía la clave para activar el proceso de envasado y comercialización de la piedra de la locura. De una manera misteriosa, las cuadrillas de reconocimiento abandonaron bien pronto la búsqueda. No falta quien asegure haberlos reconocido en ocasión de la celebración que consiste en correr con rastrillos y tridentes a los imitadores y cómicos para darles el trato impiadoso que se merecen.
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