Una crema de estrellas parece cubrirlo todo

Estamos corriendo para terminar de limar las pastis (de componentes inofensivos) que haremos pasar por pasta fresca en las maratónicas sesiones del Congreso de Letras. Porque si nadie ocupa el lugar vacante en semejante espectáculo no vale después andar quejándose de los engendros (¡diputados!) con vívoras en el cuello y aspiraciones* de presidente (Menem). Hemos logrado infiltrar un par de esbirros en las mesas de acreditación y tendremos a nuestro cargo el suministro de agua mineral. Ya saben, entonces, dónde deben preguntar.
Lo que no da (no da) es una conferencia para la que ya están listos los banners con el auspicio de "El cardón." Creo que es la mesa donde se sienta Vitagliano.
La estampa (el sello en la nalga de las vaquitas) con que los ricos de este pais y los pobres diablos que los imitan guardan en sus bolsillos las bolitas de moco, que esconden por si les sirve para hacer trampa con los dados.
El árbol pinchuflo y la roseta molesta de las pampas, esa que hace las veces de flor de liz de los sojeros: la flor del cardo; una rosa seca y un palo con espinas (no una estrella de la mañana, noooo, estrellita que tantos bellos recuerdos nos deparas) esos moldes no tienen ni remotamente nada que ver con la naturaleza y el mal tiempo (la sequía es evación de impuestos) pero son el holograma en alpaca de la grasada, las "formas" trenzadas que componen las partes disponibles en malls del disfraz de niños echados a perder por estar jugando todo el día al "Estanciero" (con sus billetes de colores) y haberse dejado olvidado en los estantes más altos del aparador el juego de la Oca (y sus collares de plumas de colores),

*(el modo como se dice -tristeza infinita-, en el país más sonriente del mundo, proyecto, futuro, deseo: 'aspiro terminar este post rápido ya que tengo que seguir haciendo otros trabajos')