Danza Kuduro

El deadline del concurso Cuentos de Carnaval de Metrovías era hoy a las 19 h. Corrí como un loco y casi no presté atención a las cámaras robadas que exhiben los locales de calle libertad. Llegué pasadas las 18, desparramé mis papeles en las escaleras de la oficina indicada y con mi cartuchera repleta de útiles me dispuse a terminar de cerrar los sobres. En esos menesteres me encontraba cuando el encargado vio el seudónimo que había elegido y se indignó: "Es un concurso literario, pibe, si querés te lo recibo igual pero Don Ómar no va a ganar nada, eso te lo firmo." Y a usted qué carajo le importa, me quiere decir, por qué mejor no se ocupa en sacar a horario la basura para que los cartoneros hagan los suyo y ya que está tan al pedo se fija si puede no desperdiciar agua potable baldeando tres veces por día la vereda. Si es tan inútil que no puede buscarse un trabajo de verdad, por lo menos no sea chusma, que además yo ni siquiera vivo en su mugroso edificio. 
Creo que estuve mal, lo sé. Porque al salir entendí que las cajas eran los cuentos de los participantes y el señor de bigote, estoy casi seguro, era uno de los jurados.

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