Esperando a que el tifón entre por la ventana del balcón para que la tormenta de Santa Rosa por fin deje de ser un pronóstico, prendo la tele para desayunar como cuando era chico viendo dibujitos animados. Anoche, como cuando era chico me fui a dormir sin poder convencer al sueño de terminar de ver la película que durante toda la tarde había querido alquilar. Al abrir el aparato y encontrar que el disco pasó la noche girando en falso, me imagino que en el habitáculo oscuro del DVD estaba esperando la liberación para saltar como una gran burbuja de fuego inundando la habitación con pececitos dorados.
Los hermanitos de Ponyo flotan en el living de mi casa.
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