Para los pilotos, como para los navegantes y los campesinos, las constelaciones cuenta la historia de antiguos viajeros que atraviesan la noche contemplando sus sueños en el cielo estrellado. Roger Caillois sugería que Saint-Exupéry había transpuesto en su vida adulta los aprendizajes de un estadio rural, manteniéndose próximo al pasado que ofrecía el enclave geográfico a sus antepasados, donde los libros son escasos y, para los niños, forman parte, junto con el abecedario y los calendarios, de saberes inconfesables y siempre un poco mágicos. Con esos calendarios se pueden conocer anticipadamente las manifestaciones climáticas del tiempo y prepararse, cuando las actividades del día decrecen, para soñar observando las estrellas en el cielo. Recostados en el pasto, sobre la cubierta de un barco o dejando virar el avión sobre una de sus alas, los viajeros confían en que quienes están lejos podrán (como el niño y el aviador ante el dibujo de la caja con el cordero), allí donde las distancias se pierden en un único punto de luz, ver-sintonizar*-imaginar lo mismo. *) ah aja, son señales luminosas.
Crecer por crecer,
crecer frente a tí
Correr, correr, correr,
correr frente a tí
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