El camarín de las musas

Hace días que quiero postear una foto de Ricardito Fort. Es un grande. Tan freak y tan popular. Es divino. Sólo hay que darse el tiempo justo para saborear bien sus apariciones, percibir la suave intensidad de cada una de las capas que lo forman. Juntas, son una delicia. Cada cierto tiempo, un foráneo nos recuerda, entre risotadas, cómo funciona el tugurio del espectáculo. Hacia atrás, la queridísima Luciana Salazar. ¿Hacia adelante?
Yo lo quiero a Ricardo Fort (tanto que podría aborrecerlo), entre otras cosas, porque parece salido de una viejísima canción de Adrian Dargelos. A mordiscones, regaló Jessico entre los tarambanas de la fiesta que nunca termina. Sorteando las espinitas de la amistad artificial, Ricardo Fort no necesita transar (otras cosas, sí) ningún free pass y mucho menos con tarados (con otra gente, sí) como el sagra total de Jorge Rial, agríos e infelices de nunca descansar. 


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