Benjamin

Sucede como si el cuerpo de un ñoño fuese un trompo. Intuye los nombres que, desde distintas teorías y pasatiempos diversos, se suele otorgar a los tormentos que lo aquejan (paranoia, ideología, opresión, sociedad de control, entretenimiento). Conoce el filo del abismo donde hace equilibrio su empatía, la zona de intersección entre mecanismo y vida. Con todas esas ideas presionando sobre su cabeza, es lógico que le guste dejar terminado su trabajo y procure tomarse un descanso y hacerse tiempo para ponerse pituco y salir a bailar.



Aunque no sea el benjamin de la familia, el ñoño viste ropa desentallada y no tiene más remedio que aprender a querer los juguetes viejos.  

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