Al recordarnos, no sólo que aquel Nosferatu (el actor que vemos en la pantalla) se enamora de una imagen, la foto atrapada en el escapulario amarrado al cuello del escriba, sino también por haberse empeñado en desarmar ante nuestros ojos el mecanismo de proyección operante en la teoría, para exhibir a continuación la hipótesis según la cual, si el otro Nosferatu (Kafka) tuvo un Edipo de dimensiones tan grandes, debió entonces requerir de la pantalla gigante de toda una cultura para entrever algo así como su propia imagen. Aquel ha sido, en mi opinión, el movimiento, la iluminación diría yo, con que nos fue revelado el envés risible del complejo postulado con tanta seriedad por la teoría psicoanalítica.
Y una vez más, el gesto de la empresa anti-edípica es kafkiano él mismo, en el sentido que comporta una invitación a reactivar lo risible en aquellos textos que conforman lo cognoscible en tanto territorio previamente delimitado por las prácticas que, según ustedes saben muy bien, Michel Foucault propuso estudiar en términos de lo que él llamó fundadores de discursividad"
Badiou, Alain: La risotada en Actas del congreso Espiritista, Lyon, 2007.
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