Dragones que tapan el sol

No voy a  recrear el refrán aludido en el título del post porque los dragones acaparan (casi) toda mi simpatía. Sobretodo cuando tengo una pequeñito (¿concuerdan?) alimentándose con malvones y sorbitos de brandy en el balcón. No obstante, me gustó la película de Dario porque es maravilloso que existan ventanas para asomarse a coquetear con munditos que nos retuercen según sean nuestros mal formados sueños.
Me emocionó incluso más que Face 7, una vez que hube entendido el nexo que un personaje puede llegar a ser capaz de tender ("¿qué carajo hace este español quemado en el Gaumont?", pensé al segundo de comenzada la película) hacia la bizaría interplanetaría que la fatalidad quizo hacer aterrizar, inferpectamente, en la madre España.

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