Todo lo que de él sabemos revelaría un personaje incoherente si no conociésemos el secreto de sus contrastes y de sus virajes: era un jugador para quien la vida, bajo cualquiera de sus formas, no había sido nunca otra cosa que un vasto tapis verde donde desparramaba las riquezas de su inteligencia. Y dado que pertenecía a la legión de jugadores que pretenden encerrar el azar entre sistemas y cálculos, toda su carrera no fue sino una serie de desastres sorprendentes.
Teniendo en cuenta sus actos, podría parecer intrigante y cínico, lábil y sin escrúpulos, pero sus cartas y sus notas íntimas muestran un hombre diferente, para quien el juego encarnaba el gran desafío, al punto que aplicaba con naturalidad métodos de especulador en la conducta de su propia vida.

Ella no se dejó convecer por el suicidio montado con la ingesta de una onza de opio y él debió buscar otras representaciones para participarle sus sentimientos.

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