Lejos de tentar su final, mis frágiles investigaciones acerca de las hadas, empeñadas en mantener su deslumbrante modestia, me arrojan hacia terrenos ya explorados y quieren que relea, esta vez con ojos avizores bien calados, todos los libros de Neil Gaiman. La versión "original" está disponible en algún lugar.
y muerte me parecían tan lejanos,
No dividiría mi alma en dos, ni dejaría
una mitad en el mundo de los hombres,
para que mi otra mitad se quedara en casa,
buscando en vano el País de las Hadas,
ni caminaría mi alma por
angostos caminos y tortuosos senderos,
donde podría encontrarme con una joven hada que
me sonreiría y me saludaría con tres besos,
y cogería águilas salvajes en pleno vuelo y
me clavaría a un árbol herido por el rayo
Y si mi corazón quisiera apartarse de ella o
escapar, huir de ella,
lo envolvería en un enjambre de estrellas y después
se lo llevaría con ella
Y un día, cuando se cansara de él, se aburriera
y terminara con él,
Lo dejaría junto a un arroyo en llamas, y unos
niños se lo llevarían corriendo.
Se divertirían jugando con él y
lo estirarían hasta hacerlo largo y cruel y delgado,
lo cortarían en cuatro pedazos y después
lo usarían para encordar un violín.
Y pulsarían mi corazón día y noche
tocando una canción
tan lacrimosa, desgarrada y extraña que
todo aquel que la escuchara se pondría a bailar
y a cantar y a dar vueltas y se caería y zapatearía y
seguiría saltando y resbalaría y volvería a bailar
y al final, con ojos brillantes como ascuas, se
desharía en ruedas de oro...
Pero no soy joven ya; sesenta
años hace que se llevaron mi corazón
para tocar su terrible música más allá
del valle del sol.
Miro con sincera envidia a todo aquel que posee
una única alma y no osa exponerse
al viento que sopla más allá de la luna,
a todo aquel que no oye la danza de las hadas.
Si no oyes la danza de las hadas, no
se detendrán para robarte el aliento.
De joven fui un inconsciente. Envolvedme pues
en sueños y muerte.
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