Es un hada, aparece y desaparece cuando se le da la gana. El resto, migajas que se disputa la gilada. Mientras siga manteniéndolos en vilo, mientras ellos sigan, indefinidamente, no siendo otra porquería que la oposición y ella no les dé ni siquiera una pista de contra qué oponenerse ni a qué ni cómo contraatacar, seguirán siendo la gilada: asesinos sueltos o empresarios con carita recién lavada. Importa poco.
Acaso porque han logrado que, en lugar de pensar con la nariz, la gente se revele sensible a los discursos.
Ella es un hada madrina hermosa que vela, desde el hueco de la ventana, por la seguridad de todos los niños. El resto, llamarla yegua, endiosarla como si realmente fuese linda, esos son privilegios de la gilada.
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