Un amigo dentista (odontólogo) procura evitar que el corazón de plomo de las amalgamas solidifique. Entre sus pacientes, muchos son policías. Confía envenenarlos, lentamente, con una segregación crónica de mal aliento. Así, mientras los hermanitos idiotas de los pibes chorros se aprestan sonrientes a girar el bote enfilando sus narices en dirección del narcotraficante "más" peligroso (lo que no es como decir 'la sal salada' porque en esas -esas- tramoyas las gradaciones son "la" cuestión) y enano* del mundo, que en los afiches ya empezó a hacer campaña, y mientras no dejan de alegrarse porque tendrán nuevos créditos y nuevos autos Polo (el carrier nacional), con suerte en un par de años, los niveles en sangre serán mortalmente inexplicables.
Falta poco, cuando lleguen las vacaciones, lo maten o no, dejaré de preocuparme y me desentenderé para siempre del asunto que tanto tiempo y energía me hacen perder.
*Hasta tanto no estemos en receso y vuelvan, con el descanso que bien merecido nos tenemos, los circos; un sospechoso desajuste temporal quiere que veamos en los enanos pequeñitos enviados o, según se estilaba, al parecer, hace muchos muchos años, encarnaciones más o menos dañinas del mismísimo Lucifer.
*Hasta tanto no estemos en receso y vuelvan, con el descanso que bien merecido nos tenemos, los circos; un sospechoso desajuste temporal quiere que veamos en los enanos pequeñitos enviados o, según se estilaba, al parecer, hace muchos muchos años, encarnaciones más o menos dañinas del mismísimo Lucifer.
1 comentario:
hay muchos enanos por todos lados
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